Se va acercando y no quieres pensarlo.
Huele la noche.
La pruebas, de un olor a simpatía,
a engaño hipnótico y completo,
definitivo, embuste simple, sabor a risa.
Y ríes aunque la tristeza se marca en tu mapa,
amas aunque la piel se te escurra como una serpiente delicada y doliente.
Hablas en silencio a gritos de sed sobornable,
como un altavoz rosa y hermoso,
un altavoz de metal.
Repite, repite y repta hacia una fruta desconocida.
Huele la noche y vives su sueño mentiroso.